miércoles, 9 de mayo de 2012

Niños Demasiado Obediantes

Queremos que NO nos molesten, que sean BUENOS, que NO hagan ruido....Sin embargo, si solo nos imponemos para garantizar nuestra comodidad, nuestros hijos serán obedientes, pero también temerosos y faltos de interés por la vida. Si queremos que se conviertan en personas vitales y con criterio propio, debemos animarlos a expresarse.

Todos pretendemos vivir tranquilos. Y si convivimos con niños pequeños, nos gustaría que no fueran demasiado molestos y que se adaptaran a la vida que les proponemos. Por otra parte, los adultos compartimos conceptos bastantes arraigados sobre la buena educación y lo que es correcto en los intercambios sociales.
Casi todos estamos de acuerdo en que un niño bueno es aquel que no interrumpe, aquel que no pide nada fuera de contexto y, por supuesto, aquel que se conforma con la respuesta recibida, aunque sea negativa.
Pero más allá de las apariencias, deberíamos revisar si el "buen" comportamiento de un niño pequeño se debe a su genuina capacidad de vincularse tranquilamente con los adultos o si, por el contrario, es fruto de la represión y el miedo, sentimientos que luego derivarán indefectiblemente en rencor o desgana.

Los niños llegan al mundo totalmente dependientes de cuidados maternos. Necesitan ser atendidos, cobijados, alimentados, higienizados, mirados, amados. No hay nada que puedan resolver por sus propios medios. No pueden obtener alimento ni desplazarse ni sobrevivir sin ayuda de los mayores.
Ahora bien, cada vez que no obtienen aquello que genuinamente necesitan, lo van a pedir con mayor o menor desesperación, según el peligro que experimenten. Si alguien está a punto de morir, ¿Debe comportarse bien y no gritar más de la cuenta? ¿Debe mantener la forma? ¿O le conviene gritar con todas sus fuerzas hasta ser escuchado?
Un niño vital y saludable posiblemente grite con todas sus fuerzas. Y si no es escuchado, es posible que "desplace" su grito hacia otra manera de pedir. Puede romper objetos, Ponerse enfermo, Perder peso, Tener accidentes, Pegar a sus hermanos, Tener pesadillas, Morder a otros niños, Herir al gato del vecino, Ahogarse en mocos, Tener espasmos de sollozos y no prestar atención a las peticiones de los mayores.

Supongamos que, ante este panorama tan poco sociable, los padres le expliquen  al niño que no debe comportarse así, que debe ser bueno, educado, callado y pedir las cosas amablemente. ¿Por qué un niño desesperado debería tener en cuenta lo que dicen las personas mayores, si esas mismas personas no tienen en cuenta lo que ese niño viene pidiendo hace rato? Habitualmente, después de tanto desamor y falta de escucha, al niño le importa muy poco actuar como los padres le indican, sencillamente porque sabe que, de ese modo, obtendría incluso menos miradas que reclamando con insistencia.
Los padres, por su parte, determinan que las buenas maneras no funcionan con ese niño que nació demasiado salvaje. Entonces, lo amenazan o lo castigan o logran, de alguna manera, que el niño tenga miedo a las consecuencias, Y !zas!, se terminaron los problemas.
El niño finalmente tiene miedo, ya sea porque ha fufrido las consecuencias que han padecido sus hermanos mayores. Decide entregarse.
Reconoce que no vale la pena seguir luchando a favor de sus necesidades de cobijo. Se rinde.
A eso lo llamamos "un niño bueno". Solo una inmensa ceguera compartida entre los adultos puede sostener como algo positivo este atropello en contra de la vitalidad de una criatura.
Es verdad que ese niño no nos va a molestar.
Pero lo que es dramático es que ese niño ha perdido los deseos de vivir y ha extraviado también el sentido de su propia vida.

Por tanto, es posible que ya no le importe nada y que haga lo mínimo indispensable los deberes del cole o la limpieza en su cuarto como un autómata. El pronñostico conforme crezca será desalentador. Podemos vislumbrar lo que puede ocurrir durante la adolescencia, que llegará en poquísimo tiempo.
Los niños que se han acomodado exageradamente a la conveniencia de los padres están en peligro. En primer lugar, porque los padres, al no ser molestados, no nos damos cuenta de que haya algún problema. En segundo lugar, porque el rencor, la soledad, la rabia y el desamor van a crecer en el corazón de ese niño, y algún día ese cúmulo de sensaciones negativas va a explotar. Y después no comprenderemos los motivos que llevaron a un adolescente a matar a un compañero en una trifulca porque, como todos afirman, era callado, solitario y no se relacionaba con nadie. No quiero decir que todos los niños reprimidos y damasiado obedientes terminen así. Es un ejemplo extremo, pero sirve para reflexionar sobre la mayoría de los casos que son menos contundentes, pero que merecen una mirada honesta.
Un niño que ya no registra sus necesidades, sus anhelos, sus molestias o sus pasiones está emocionalmente ANESTESIADO. Ha utilizado un mecanismo eficaz para dejar de sufrir el desamparo y la falta de comprensión de los adultos. Ahora bien, a un ser anestesiado no podemos pedirle luego que reaccione, ni para lo bueno ni para lo malo. No podemos exigirle que tenga una vocación, proyectos, ideales o pensamiento propio. Sucede que, mientras es pequeño, queremos que no moleste. Después, durante la adolescencia o la juventud, esperamos que sea creativo, trabajador, capaz y dinámico. Y como no tiene ningún interés en convertirse en ese ideal de joven, lo volvemos a despreciar. Todo esto es un despropósito.

Todo ello nos lleva a pensar que debemos evaluar estas realidades de la conducta humana con una mirada más amplia. O, al menos, pensar qué esperamos del desvenir de nuestros hijos. Porque las actitudes que asumamos con ellos mientras sean pequeños son las que condicionarán el modo en que ellos responderán en el futuro cercano. Si todo lo que queremos hoy es estar tranquilos y que el niño no destruya nuestro confort, mañana nos veremos obligados a pagar el precio de las reacciones esperables. En cambio, si nos importa criar seres humanos creativos, responsables, con criterio personal y conexión interior, quizá no sea el momento oportuno para vivir una vida sin sobresaltos, sin hijos. 
¿Qué podemos hacer? ¿Cómo determinar si nuestro hijo es saludablemente obediente o bien si su obediencia responde a la represión o al miedo que le hemos impuesto? Hay una única manera: observándolo y comprobando cotidianamente qué es lo que el niño desea, qué es lo que nosotros los adultos deseamos o necesitamos, y llegando a acuerdos que tengan en cuenta ambas realidades emocionales. Solo abriendo nuestro corazón, revisando nuestras capacidades de escucha reales, intentando conversar cada día con el niño aunque todavía no utilice el lenguaje verbal, podremos entrenarnos en el díficil arte de poner sobre la mesa todas las necesidades.

Posiblemente nos llame la atención saber que, a medida que tiene la experiencia diaria de ser tenido en cuenta, de escuchar palabras nombradas por los adultos que reflejan lo que le pasa incluso si no puede ser satisfecho, el niño responde genuinamente a los deseos de los padres. Si estos le piden silencio alguna vez, sabe que esa petición es auténtica.
Del mismo modo, cuando él pide brazos o caricias o comida o juego, los padres responden, porque comprenden que, si lo pide, es porque lo necesita. Esta repetición constante que vive al ser escuchado lo invita a imitar la actitud de los padres, es decir, a escuchar. Por tanto, el niño responde feliz, atento, orgulloso de sí mismo, porque se relaciona con los padres como ha aprendido: con base al respeto, la dedicación, la observación y el deseo de satisfacer al otro. Estos son los verdaderos niños obedientes. Son niños que escuchan, porque el hecho mismo de estar integrados en la experiencia del otro los hace felices. Un niño adecuadamente satisfecho no será un niño terrible ni maleduacado. Al contrario, será libremente tranquilo y conectado.

Revista MENTE SANA, la revista de psicología positiva editor Jorge Bucay, Número 70.
Articulo: Laura Gutman, Directora de Crianza, autora de Violencias invisibles y adicciones, La revolución de las madres, Mujeres visibles-Madres invisibles y La familia ilustrda (RBA).








jueves, 6 de octubre de 2011

EXPLORAR LA MATERNIDAD ENTRE MUJERES

Sentirnos cobijadas para poder dar cobijo.
Sentirnos seguras para transmitir seguridad.
Este es el regalo que nos hacen las mujeres sabias.




Antiguamente, en numerosas sociedades, una vez que la mujer parìa se iba a vivir durante cierto tiempo-variable segùn las diferentes comunidades-entre mujeres. El propòsito era que fuera cuidada por una "GRAN MADRE", ya fuera la propia madre de la parturienta, o la mujer màs importante de la comunidad o la partera o la que tenìa mayor experiencia. Era lògico. La parturienta no solo necesitaba cuidados de higiene, revisiòn del final del sangramiento del parto y estar bien alimentada, tambièn se consideraba que una MUJER SABIA era la perfecta para apoyarla en el descubrimiento de su maternidad. Una vez que la joven madre se sentìa segura de sì misma, con fortaleza fìsica, con el bebè mamando sin problema y en paz, volvìa a su hogar.Este relato parece un CUENTO DE HADAS si observamos las condiciones cotidianas en las que la mayorìa de las mujeres jòvenes de hoy atravesamos los primeros dìas o las primeras semanas despuès del parto. Casi ninguna de nosotras puede contar una rutina feliz, relajada, acompañada, amada y apoyada en los descubrimientos personales.Claro, como en general estos perìodos son tancrìticos, casi no los recordamos una vez los hemos dejado atràs. Despuès, un año màs tarde, o dos o tres, ni suquiera se nos ocurre alertar a una amiga embarazada sobre la necesidad de buscar ayuda y compañia para atravesar el PUERPERIO. Nos parece, en todo caso, que es un lujo que una no tiene derecho a reclamar.



Una Busqueda Personal Acostumbradas a la autonomìa y a arreglàrnoslas solas en un sinnùmero de situaciones cotidianas, laborales o de cualquier ìndole, apenas sospechamos que el postparto inmediato sea un momento en el que de ninguna manera podemos estar solas. Y màs importante aùn: deberìamos estar.ademàs de bien acompañadas-tambièn bien asistidas por mujeres sabias.Entonces, la pregunta es: ¿dondè estàn esas maravillosas mujeres sabias? no hay muchas, es la verdad.Porque nuestras madres y abuelas han estado màs sometidas que nosotras, han sufrido màs represiòn y màs violencia que nosotras en la mayorìa de los casos, y tampoco han sido asistidas para vivir sus partos y sus puerperios en armonìa, amparadas, amadas y apoyadas.Las historias de nuestras madres, abuelas y bisabuelas suelen ser màs dramàticas que las nuestras, a menos que algunas de ellas hayan tenido luego la fuerza y la voluntad de cambiar, de revertir, de comprender y convertir esos momentos pasados de sufrimiento en una herramienta de compasiòn amor y altruismo.
Ahora bien, si no contamos con esa madre o esa abuela, podemos buscar sustitutas. Las encontraremos siempre y cuando asumamos que necesitamos al menos una. UNA MUJER SABIA. Una mujer que nos ampare. Una mujer que nos reciba. Una mujer que nos haga buenas preguntas y que no nos imponga nada. Una mujer a quien no le importe en absoluto las discusiones que sostenemos con nuestras parejas.No se trata de sumar aliados. Se trata de facilitar el proceso de encuentro con el niño que ha nacido y que necesita toda nuestra sustancia materna saciarse.



Antiguos Priviliegios Parece algo utòpico, pero si lo pensamos bièn, la manera en que en el pasado se organizaban las comunidades para dar asistencia a la mujer puèrpera era perfecta. Simplemente se la retiraba del hogar y de la obligaciòn de tener que cumplir con tareas domèsticas, y se la colocaba en un refugio para ser cuidadas y atendida. Tambièn quedaba exenta de tener que responder a las demandas sexuales del varòn. Miradas en conjunto, estas antiguas costumbres se convierten en todo un privilegio a la luz de los precios que pagamos hoy en dìa siendo independientes y autònomas.Averiguemos algo màs sobre organizaciones comunitarias que hayan existido basadas en la solidaridad y el intercambio amable entre habitantes. Si no encontrmos nada que se le parezca a nuestra fantasìa, hagamos un listado de situaciones que suponemos necesitarìamos para sentirnos bien. Y, activamente, comuniquèmonos con las mujeres que conocemos jòvenes o maduras, con o sin hijos, con mayor o menos experiencia de vida, y propongamos algùn tipo de intercambio que pueda ayudarnos a todas, aliviando nuestras diversas realidades cotidianas.Tal vez una mujer divorciada con tres hijos en edad escolar no cuente con nadie para ir a recogerlos a la salida de la escuela, y nosotras aprovechando la baja maternal podamos hacerlo. A cambio, esa mujer nos pueda acompañar un rato màs tarde, mitigando nuestra soledad y permitiendo que sus hijos se vinculen con nuestro bebè. O tal vez una mujer ya mayor, cuyos hijos y nietos viven en el extranjero, quera disfrutar de la presencia de nuestro bebè y, a cambio, nosotras le ofrezcamos cariño y escucha. Incluso es posible que una mujer extranjera haya llegado recientemente al vecindario, necesite vincularse afectivamente con otras personas y nos encuentre disponible, justamente porque estamos en casa con nuestro bebè. Y asì, casualmente, acabe surgiendo una amistad encantadora. Nosotras podemos en cualquier circunstancia convertirnos en las MUJERES SABIAS que otras mujeres necesitan.



Pedir lo que es Posible ¿Què pasa con los hombres? ¿Acaso no pueden ser excelentes compañeros en este trànsito? Sî, pueden. Algunos de ellos lo hacen muy bien. Lo complicado es que creamos que todos ellos deben poder sentir, pensar y actuar como una mujer. Durante el puerperio, lo ideal es mirar la realidad que hemos construido con la mayor veracidad posible. es decir, ver què vìnculos tenemos, a què aspectos de esas relaciones hemos dado prioridad, cuàles son los acuerdos bàsicos y què es lo que podemos esperar hoy del compañero con quien hemos organizado un vìnculo de amor. No pidamos lo que nunca fue acordado. Agradezcamos lo que sì puede ofrecernos. El puerperio es un perìodo misterioso, incluso para las propias mujeres. Por eso, no està nada mal que sean mayoritariamente otras mujeres experimentadas quienes puedan comprendernos y avalar nuestras acciones y sentimientos ambivalentes.



El Valor de la Comunidad Si logramos atravesar nuestros puerperios conectadas con nuestro interior, conectadas con el bebè y en armonìa con todo nuestro ser, quizàs nos estemos convirtiendo en una MUJER SABIA, lista para acompañar los procesos de otras mujeres. Pero serà necesario saber que no tenemos que enseñar nada, ni nadie tiene que vivir lo que nosotras hemos vivido. Simplemente tendremos la capacidad de preguntar, estar presentes, acompañar con amor, comprender lo que sucede, apoyar las intuiciones, ofrecer seguridad y regalar a una joven madre los abrazos que necesite para que, a su vez, ella pueda abrazar suficientemente a su propio hijo.Asì se constituye una comunidad de mujeres. Asì damos cobijo a muchas madres que, luego, son capaces de dar cobijo a muchos hijos, bajo la mirada atenta de los varones, que agradecen el cuidado y la comprensiòn. Si el entorno de un bebè pequeño està rodeado del amor de la comunidad de mujeres ese niño estarà bendecido.




Extraido de la revista, El Mundo de Tu BeBè, articulo concebido y supervisado por la directora de contenido Laura Gugman, Psicoterapeuta especializada en la atenciòn a madres y padres de niños pequeños. Su ùltimo libro es La Familia Ilustrada (RBA Integral).

























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































viernes, 1 de julio de 2011

El Masaje Infantil alivia gases y còlicos.

CUANDO LOS BEBÈS NACEN el sistema gastrointestinal està inmaduro por ello suelen llorar mucho debido a la presencia de gases que ocasionan dolor.
"Como Madre e Instructora Certificada de Masaje Infantil IAIM, he experimentado que el masaje en los bebès ayuda porque proporciona el tipo de estimulaciòn necesaria para tonificar y mantener el cuerpo bien adaptado a las funciones gastrointestinales".
Se ha especulado mucho sobre los còlicos y sus posibles causas. Cuando un niño llora mucho durante largos perìodos de tiempo, es evidente que èsta experimentando DOLOR. El bebè que sufre un còlico estarà tenso y rìgido, tendrà un abdomen distendido y difìcilmente tolerarà algùn tipo de estimulaciòn. Los bebès que tienen problemas leves causados por lo gases lloran con frecuencia, parecen tener dolor cuando tan sòlo alzamos sus piernas y pueden expulsar los gases de forma breve pero intensa. El niño con gases suele ser fàcil de calmar mediante un paseo, un balanceo rìtmico, o bien, càrgandolo en brazos, mientras que el niño con còlicos no puede ser calmado durante una crisis.
"Las familias se ven superadas por los llantos intensos, las noches en blanco sin dormir y los sentimientos de impotencia e incompetencia para calmar a sus bebès afectados por los còlicos. En ocasiones los padres suelen decir frases de este tipo: "no soy un buen padre", "no le gusto a mi bebè", "soy impacaz de calmarlo", son frases que distancian a los padres de los hijos. Cuando les domuestro a los padres còmo funciona el sistema gastrointestinal del bebè y còmo la pràctica del masaje ayuda a relajar la zona abdominal y a liberar los gases, los padres comienzan a entender que no son culpables y dejan de sentir angustia. Al cabo de dos semanas y con la pràctica diaria y constante, las familias obtienen resultados positivos".
Cuando el bebè logra expulsar los gases y comienza a dormir por largos perìodos de tiempo y llora menos, los padres se sienten competentes y ven a sus hijos bajo una luz màs positiva, reanudando con ellos el proceso de vinculaciòn. Entre las otras pràcticas beneficiosas, cabe citar la incorporaciòn de baños calientes despuès del masaje y la botella de agua caliente, envuelta en una toalla y colocada debajo del abdomen del bebè. La barriguita se debe mantener caliente, pero no demasiado.
Muchos bebès tienen intolerancia a la leche de fòrmula, al cereal de trigo e incluso la succiòn del biberòn les produce gases. Yo les pregunto a las mamis que quierèn hacer? ,si quieren probar cambios de rutinas? Y comprobar si aprecian mejorias en sus pequeños.



Carmen Andrade
Instructora Certificada de Masaje Infantil IAIM
carmenandrade@asociacionvenezolanademasajeinfantil.com.ve
(0412) 9575348